Muchas personas que le conocieron coinciden en una cosa, su extraordinaria sencillez, un escuchante de pro, con una mirada limpia y deseosa de aprender  y  poder  exteriorizar mediante la escultura lo que fue el sueño que dio sentido a su vida.

También coinciden en la extraordinaria capacidad de trabajo, y como él solía decir bromeando: “ su vida se  había duplicado en el tiempo porque  de un día sacaba dos…”. El trabajo le daba fuerza para seguir trabajando y entraba en una espiral, de manera que su incesante necesidad de crear unido a ese esfuerzo desinteresado le convertían en una poderosa máquina de análisis del espacio y el volumen. Como recuerdo verle desbastar en su banco de trabajo,  con una seguridad pasmosa sabiendo sin saber el camino cierto por el que le conducían su alma y sus cinceles hacia texturas y formas difíciles de imaginar, pero que en su interior ya existían y habían sido proyectadas en un ejercicio  preciso de plasticidad que unía  creatividad y tesón. Recuerdo también su gran capacidad de abstracción, como si de un submundo se tratara y en el que no transcurría el tiempo ni las cosas, tan sólo la búsqueda de conocimiento, que se encontraba en lo más profundo del material elegido. Qué suerte tienen las personas que disfrutan y se apasionan con su profesión y Kalato era de ese tipo de personas. Encontró en la escultura el sentido de su vida y con extremada delicadeza realizó a lo largo de su vida un análisis muy particular y personal del tratamiento de volumen y las formas. Como decía su amigo Fernando Dorado  siendo  adolescente y jugando con barro descubre el vaciado: inventa lo inventado y esto supone anticipación y la anticipación en las artes es un elemento de extraordinaria importancia que junto a la inteligencia espacial estimulan  la creatividad y las formas de expresión. También recuerdo los olores. Como no acordarme cuando entrabas en el taller y podías detectar  por el olor,  el estado y avance del proyecto. Mi preferido era cuando mezclaba resina y catalizadores, una fusión de  intensidad extrema y que advertía que el proyecto había tomado forma y que daría paso a esencias de cera en altas dosis que creaban un ambiente mágico. También se respiraban olores amargos de madera fresca, o ese  inconfundible olor a barro mojado cuando la obra era modelada o a disolventes  y pegamentos si se trataba de unir piezas del mismo o distinto material. Como  podría olvidarme de sus manos fuertes pero delicadas y en ocasiones deformadas por el uso de cinceles y bujardas, pero que le sirvieron como fuente de inspiración en su afán por buscar y hallar expresividad en la naturaleza y que le permitieron construir volúmenes arquitectónicos sobre una base naturalista. Como la inmensa mayoría de artistas, Kalato ha ido sufriendo transformaciones en sus etapas artísticas, como consecuencia de su madurez creativa, de la experimentación y de factores externos que han propiciado una evolución estética y plástica en sus creaciones. De esta manera en los primeros pasos de formación su producción era figurativa y producto de la observación. Así , en este período encontramos obras que pretenden evidenciar un fiel reflejo de la inmersión que realiza el artista a través de la observación y lo exterioriza mediante composiciones con tintes realistas. De esta primera fase cuenta una de su profesora,  Mª luisa García-Pardo, catedrática de dibujo, que a principios del académico 1953-54 llegó a la Escuela de Arte de Toledo  un joven entusiasta de 19 años, becado por la Diputación Provincial de Toledo que mostraba talento  y con muchas ilusiones. Para ella fue un placer guiar en sus primeros pasos al comienzo de su andadura por los apasionantes caminos del Arte. Continua diciendo “trabaja duro dibujando y modelando, después labrando la piedra sacando a la luz lo que la piedra o el barro guardan  misteriosamente encerrado dentro. Sueña y ambiciona con saber el oficio, para sin trabas plasmar lo que él y la noble materia pueden ofrecer”. Es en esta fase, cuando su maestro de Taller en Piedra, el escultor Cecilio Béjar  le incorpora a su equipo de trabajo para efectuar la restauración del monasterio de San juan de los Reyes y allí en contacto íntimo con las viejas tradiciones, completar su formación en la especialidad de talla en piedra.

En su afán por conocer los paradigmas y arquetipos que se encuentran en el atmósfera cultural y social de la vetusta ciudad ingresa en el Taller del artista Victorio Macho, al conocer éste los  grandes avances  que el joven talento ha demostrado en la Restauración de San Juan de los Reyes.  De esta forma y en el poco tiempo que le sobra colabora con el artista palentino y descubre su gran personalidad creativa sobre esa profunda base arquitectónica,  que sin duda  adoptará como precursor de modelos sobre los que se sustenta la obra de Kalato.

En esta época se deja cautivar por el mundillo cultural de Toledo y comparte con compañeros y jóvenes artistas las inquietudes que les mueven por dentro y se ceden saber y conocimiento  sobre las bellas artes y sobre la vida misma. Comparten la necesidad de expresar sentimientos,  improntas y manifestar su particular visión de la realidad a través de las bellas artes. En esta época exhiben sus obras un grupo de artistas y amigos entre los que se encuentran entre otros Alfonso Bachetti, Tomás Camarero, Guerrero Malagón, Tomás Peces, Romero Carrión y el propio Kalato, que convergen en una exposición colectiva donde exhiben con diferentes disciplinas y técnicas pero con único común denominador basado en el lenguaje plástico.

Hay un aspecto funcional que marcará la personalidad de Kalato. Una incipiente sordera provocada por la perforación del tímpano le hará confinarse en su mundo interior,  donde se mueve como pez en el agua y se siente dichoso, pero  le condiciona su relación con el mundo exterior.  Esta circunstancia le proporciona esa personalidad intimista a él y a su obra alejada de modas y estilos,  pero que le confieren esa personal forma de transmitir su representación de la realidad.

Otro aspecto a tener en cuenta en Kalato  es su carácter autodidacta.  Se deja enseñar,  pero aprende sólo como consecuencia de su frenético interés por conocer los enigmas que encierra este universo ideal. Bajo la premisa de ensayo – error adquiere nuevas formas  de conocimiento que le estimulan y le conducen a recorrer universos estéticos desconocidos por él y que le hacen desarrollar la técnica y crecer como artista.

Esta primera fase da lugar a una segunda fase de profunda producción en la que investiga, conoce, transforma y manipula todo tipo de materiales volviendo  y retrocediendo sobre sus pasos,  en un esfuerzo íntimo por conocerse mejor y proyectar todo lo que siente en su producción artística. En esta época, kalato realiza sus primeras exposiciones individuales y colectivas y recibe encargos para la realización de composiciones en espacios públicos. Un momento álgido de esta etapa donde la producción artística se precipita y que viene determinada por su autorretrato, una pieza robusta de una gran monumentalidad y de la que el autor explica sic:

Este autorretrato salió a la luz allá por el año 70, con un objetivo primordial que consistía en el enfrentamiento íntimo entre modelo-artista, artista-modelo. De hecho fue una lucha titánica para romper con lo físico, lo espiritual, con la belleza y la interpretación y todo ello, para hacer cumplir y serenar la vanidad y la timidez que los artistas llevan consigo;  y creo que en esta ocasión logré romper la tensión ya que apareció plasmada mi personalidad, mi afán de superación en el campo de la disciplina escultórica. Su formato fue tan modesto que no llegó  a ser cabeza exenta, puesto que es sencillamente una máscara petrificada con rasgos fuertes y vigorosos, con una estilización estudiada sin caer en la fantasía y la rutina, volumétricamente bien trazada para conseguir un espacio que condensa todo un contenido de expresión a capricho de quienes lo contemplan…

De esta fecha data su primer encargo público consistente en la proyección de un monumento al trabajo en su pueblo natal. En él representa de forma  alegórica una semblanza del sustento de esta pequeña villa a través de un grupo escultórico que representa actividades desarrolladas por los habitantes de este pueblo como son: la ganadería y la agricultura, la industria y el comercio y la ciencia y la artesanía.  En esta época no para de trabajar; por las mañanas, desde bien temprano en el Taller de Cecilio Béjar donde realizaba infinidad de encargos y donde consiguió la excelencia en el oficio de la talla en piedra. Por las tardes, impartiendo clases en la Escuela de Arte de Toledo por donde pasaron varias generaciones de alumnos y que por cierto, todos ellos coincidieron en utilizar el apelativo de Maestro. Y los fines de semana,  en su santuario particular donde colmaba su afán investigador  y donde consiguió la plenitud creativa. Cuando entraba en su estudio ya le había robado tiempo al tiempo y a las horas de sueño, no había prisas…solo densa calma en una atmósfera  natural donde se alternaban la creatividad  y la  precisión, el oficio y la  improvisación, el éxito y la frustración.  Durante esta etapa se encuentra representada  una gran parte de su trayectoria artística. Investigó con  todo tipo de materiales especialmente piedra y madera, pero manipuló metales, terracotas, plásticos, resinas e incluso recicló material de desecho para la elaboración de obras de arte.

El final de esta etapa podría coincidir con la instalación en la toledana plaza de Santa Clara de una monumental escultura dedicada a Santa Clara realizada en piedra caliza y que representa la defensa de sus ideales.

Kalato tiene una última fase de madurez donde se hace más grande pero más reservado, y donde a pesar de la experiencia alcanzada a lo largo de su andadura  no deja de investigar y se sumerge en nuevas formas de lenguaje  plástico, de gran belleza. En el año 1998 se jubila como maestro de taller en la Escuela de Arte,  pero sigue trabajando en su estudio más pausadamente combinando su gran pasión con viajes por Europa acompañado de su musa y compañera.

Practicaba una forma superior de felicidad basada en la libertad creativa, una felicidad que no da dinero pero da el poder de la identidad y la razón y lo que es más importante el poder de la independencia.