La escultura animalista se convierte en un género con entidad propia en el siglo XIX. Hasta ese momento el animal había estado ligado a la presencia humana con la que formaba conjuntos escultórico. El apogeo del género tuvo lugar en Francia donde se difundió entre el público burgués gracias a las exposiciones anuales que tenían lugar en los Salones Oficiales.

La producción animalista de Francisco García Kalato entronca con la tradición realista especialmente con la obra del especialista español en el género Mateo Hernández quien produjo gran parte de su obra en el Paris de la primera mitad del s XX. Al igual que él trabajó la figura animal a partir de la observación del natural, depurando las formas hasta someterlas a una síntesis formal de superficies pulimentadas.

Kalato muestra un gran conocimiento de la anatomía y las actitudes de los animales apreciándose una clara preferencia por las aves y los perros. Las  palomas, cisnes y galgos son sometidos a un proceso de investigación que desembocan en la síntesis de la anatomía animal y en la articulación de volúmenes depurados de amplias superficies que se alejan del realismo más intenso. La evolución formal hacia la reducción volumétrica se observa en los tratamientos escultóricos empleados en los Galgos. En el primer caso, se aprecia una mayor complejidad compositiva marcada por la curva que proyecta el cuello del animal y la construcción de la anatomía en diferentes planos escultóricos.

IMG_3039Sin embargo, en el Galgo 2 la composición se cierra en volumen unitario, que concreta los rasgos anatómicos esenciales de manera sintética.

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Esta depuración formal y volumétrica a que somete el escultor a sus figuras animalistas se repite en las Palomas 1 y 2.

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La búsqueda de la esencia plástica y la atemporalidad queda marcada en la majestuosa representación del Halcón. La idealización formal con que es tratada pone de manifiesto la influencia de los principios de representación egipcios, como el hieratismo o la frontalidad, tuvieron en la ejecución de la obra.

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La elección del mármol o el ágata como materiales pétreos trabajando directamente favorece la consecución de superficies de gran suavidad táctil por donde la luz resbala sin provocar grandes contrastes lumínicos que distorsionen la continuidad epidérmica de las formas.

Kalato se suma a la tradición castiza de la representación del toro que ha sido tratada con gran frecuencia por grandes escultores españoles, entre los que destacan Mariano Benlliure y Venancio Blanco. El toro que forma parte de la exposición se aparta de los planteamientos sintéticos y se concibe  a partir de la expresividad formal de carácter naturalista.

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El animal aislado hunde en el suelo los cuartos delanteros mientras gira su poderosa  cabeza en una actitud entre agresiva y sumisa, construyendo potentes volúmenes que inciden en la fuerza expresiva de la obra.