La representación de la figura humana, especialmente del rostro es una constante en todas las épocas y estilos artísticos ocupando un amplio panorama dentro de la historia evolutiva de la escultura. El retrato responde al deseo que tienen todos los seres humanos de contemplarse mediante la interpretación plástica de su propia imagen.

Los efectos de la revolución industrial y el ascenso social de la burguesía se hicienron patentes en el desarrollo de una nueva concepción del retrato que comenzó a independizarse, formal y conceptualmente, de los estereotipos que lo habían identificado históricamente con la esfera del poder político y religioso. En el s.XIX conoció un periodo de auge, gracias al impulso de la clase burguesa que se convirtió en la clientela de los artistas, favoreciendo la popularización del género. Los nuevos lenguajes figurativos se fueron incorporando a la escultura retratista del s. XX, que sin abandonar la figuración incorporaron nuevos recursos formales y expresivos.

Francisco García Kalato sigue los planteamientos propios del tema que derivan de la tradición retratista, iniciada en la antigüedad clásico greco-romana donde quedaron marcados modelos y cánones universales que han pervivido, casi inalterables, hasta la actualidad. La vertiente del retrato naturalista basado en el realismo del rostro y la profundización psicológica, está ampliamente representada en su producción artística aunque no renunció a la interpretación sugerente del rostro humano a partir de la investigación formal de los materiales y el empleo de los nuevos lenguajes escultóricos propios de su época.

El retrato ocupa uno de los lugares más importantes en la producción artística del escultor y a través de su análisis queda claramente definida la evolución formal de su obra.

Ya en su etapa autodidacta llegó al descubrimiento personal del volumen que le llevó a realizar sus primeros retratos. El retrato del abuelo muestra la ingenuidad formal de sus primeras creaciones al natural.

Su sólida formación en la técnica de la talla en piedra y el profundo conocimiento de los procedimientos escultóricos son esenciales para definir la línea artística que marcará sus retratos y en general toda su producción. La talla en piedra introduce al artista en la corriente escultórica de renovación iniciada en las primeras décadas del S. XX, basada en la búsqueda de la sinceridad del material a través del empleo de la talla directa frente al empleo del modelado y el sacado de puntos. De esta manera se da valor al oficio del escultor que había sido relegado a un segundo plano por creadores por Rodin en el s XIX.

Los retratos de la década de los años cincuenta, titulados el Señor Mariano y retrato de mujer muestran la tendencia más tradicional del escultor. La reproducción fidedigna de los rasgos del modelo, la utilización de los cánones basados en el equilibrio y la proporción, el empleo de la piedra, así como el rigor técnico de su ejecución le relacionan con parámetros estilísticos de clara raíz clasicista. Aunque Kalato realizó retratos familiares y de encargo no renunció a la búsqueda de modelos anónimos capaces de transmitir valores y sentimientos universales. La cabeza en mármol del sr Mariano recoge en sus facciones un ejercicio de retrato psicológico insuperable, elevando a la esfera del retrato histórico de los grandes hombres al personaje popular.

Cuando el creador decide convertirse en su propio objeto de estudio el retrato se convierte en autorretrato. Modelo y artista se confunden y aparece una mayor exigencia de verosimilitud pues introduce sus sentimientos y su alma. Nos acercamos al artista gracias a su Autorretrato, una imagen de gran intensidad plástica que concentra la fuerza expresiva en la mirada.

La plasticidad y sensibilidad creativas que transitan por la obra de Kalato cobran una nueva visión en la serie de cabezas realizadas en los años ochenta. La revisión a la que somete sus modelos de corte tradicional le lleva a experimentar a través de la talla directa, con las sugerencias plásticas y formales que encierra el material. Sin apartarse del naturalismo nos introduce en un paisaje de retratos imaginarios que muestran una recreación muy personal del género. El retrato se convierte de esta manera en un pretexto, un soporte para la imaginación creadora que parte de una  nueva apreciación del rostro humano como objeto de investigación.

En el rostro del Extasis consigue una gran expresividad gestual cargada de una sensualidad casi “Berniniana”.

La distorsión espacial de las líneas compositivas que fuerzan el punto de vista general, contrasta con la utilización de recursos como la simetría facial y la simplificación del cabello o la suavidad de la superficie. La obra representa el encuentro entre la expresividad y la esencia poética.

La reducción del volumen plantea una propuesta casi bidimensional de la escultura siendo un audaz ejercicio de síntesis volumétrica. El material empleado aporta unos matices plásticos de calidades cromáticas que demuestran la gran imaginación creadora del artista, la suavidad de formas que  caracteriza a la serie  se interrumpe por el expresionismo de la cabeza titulada protesta contra el hambre donde se percibe una explosión emocional que se muestra formalmente en el tratamiento abrupto del volumen y en la captación de máxima tensión gestual.